viernes, 14 de agosto de 2009

EL LIBRO DE LOS CERDOS

Otro. Un libro que me gusta por lo que cuenta, por quien lo escribe y por quien lo dibuja, que en este caso coinciden en una misma persona.

Anthony Browne es un clásico que maneja de una manera magistral los guiños a la persona que lee. Guiños entre texto e ilustración, guiños desde ésta a otros cuentos, especialmente los tradicionales… Por eso sus libros hay que saborearlos. Leerlos y releerlos, pero sobre todo mirarlos y requetemirarlos, porque sus rincones, sus paredes, sus sombras, son señas de algo que también nos quiere contar.

La historia de la familia De la Cerda parte de un hogar en el que la mujer lava, cocina, limpia, hace camas, plancha y friega al servicio de sus tres amores. Pero un día, cuando regresan del colegio los niños y del trabajo el marido, la mujer se ha ido dejándoles una nota. A partir de aquí la historia se transforma, pero no sólo la historia; Anthony transforma todo, desde los personajes hasta el pomo de la puerta o el grifo, o una sombra amenazante. Las siguientes páginas son toda una invitación a contemplar todos esos detalles.

El final tiene dos golpes: final y refinal. Sorprendente. Así es Anthony Browne. La portada, de entrada ya es impactante.

A mí es un cuento que me encanta. Una historia sencilla y que nadie se espera por dónde se mete. A veces, tras ella charlo con el público… ¿quién sabe hacer una tortilla?, ¿quién se hace la cama? Y a veces llama la atención los pocos brazos que se levantan. No sólo por el recargo que supone en el trabajo doméstico, sino por la poca autonomía que, en algunas familias, se tiene a los 10, 12, 15 años.

Gracias por leer................


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